Esta vivienda de Calvià, en Mallorca, está concebida para ser vivida pero también para ser disfrutada.
Esta casa se encuentra en una parcela con fuerte pendiente, lo que hace que se desarrollen las diferentes plantas en cascada hasta llegar el nivel inferior del jardín y la piscina.
Se ha tratado que todas las estancias tengan un discurso continuo a través de un estudiado juego de espacios, iluminación y materiales cuidadosamente escogidos. La planta noble ocupa un nivel inferior y está gobernada por la cocina que se abre al comedor y al salón compartiendo un espacio volcado al exterior del jardín. La zona de dormitorios queda en la planta superior, a nivel de acceso de la vivienda, donde la habitación principal queda enmarcada por un elemento arquitectónico que subrayada las vistas hacia el mar desde su interior.
San Eduardo 7 cuenta con un aseo en la planta baja para dar apoyo a la zona de día, mientras que, en la planta primera cada uno de los 4 dormitorios con los que cuenta, tienen baño completo y terraza hacia el Mediterráneo.
El sótano, que abarca toda la superficie de la vivienda, se ha destinado como cuarto de máquinas y zona de esparcimiento para los más jóvenes.
La zona más alta de la vivienda hace el papel de solarium con unas vistas espectaculares del amanecer sobre el mar Mediterráneo.
El uso de la piedra mallorquina por el perímetro de la piscina y el jardín combinan a la perfección con el mortero blanco que cubre la fachada, dándole un toque escultórico y elegante a la vivienda.